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Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
CURSO DE LITURGIA
CAPITULO
13
ELEMENTOS
ARTÍSTICOS DE LA LITURGIA:
LA MÚSICA
La música sagrada es
aquella que, creada para la celebración del culto divino, posee cualidades
de santidad y de perfección de formas. La música sacra será tanto más santa
cuanto más íntimamente esté unida a la acción litúrgica, ya sea expresando
con mayor delicadeza la oración o fomentando la unanimidad, ya
enriqueciendo de mayor solemnidad los ritos sagrados.
La música sagrada tiene
el mismo fin que la liturgia, o sea, la gloria de Dios y la santificación
de los fieles. La música sagrada aumenta el decoro y esplendor de las
solemnidades litúrgicas. “La música sacra –dirá el papa Juan Pablo II-es un
medio privilegiado para facilitar una participación activa de los fieles en
la acción sagrada”.
La música no debe
dominar la liturgia, sino servirla. En este sentido, antes de San Pío X se
celebraban muchas misas con orquestra, algunas muy célebres, que se
convertían a menudo en un gran concierto durante el cual tenía lugar la Eucaristía. Ya
se desvirtuaba la finalidad profunda de la música litúrgica, la gloria de
Dios. Amenazaba la irrupción del virtuosismo, la vanidad de la propia
habilidad, que ya no está al servicio del todo, sino que quiere ponerse en
un primer plano.
Todo esto hizo que en
el siglo XIX, el siglo de una subjetividad que quiere emanciparse, se
llegara, en muchos casos, a que lo sacro quedase atrapado en lo operístico,
recordando de nuevo aquellos peligros que, en su día, obligaron a
intervenir al concilio de Trento, que estableció la norma según la cual en
la música litúrgica era prioritario el predominio de la palabra, limitando
así el uso de los instrumentos.
Géneros de música
sagrada que se permiten en la
Iglesia:
San Pío X ofreció como
modelo de música litúrgica el canto gregoriano, porque servía a la liturgia
sin dominarla. Tras el concilio Vaticano II, con la introducción de la
lengua del pueblo en la celebración, la música cambió y se buscaron otras
melodías diferentes al gregoriano. Sin embargo, el principio de que el
canto debe servir a la liturgia continúa vigente.
Hoy, ¿qué música
sagrada permite la Iglesia?:
Se permiten el canto gregoriano, la polifonía sagrada antigua y moderna, la
música sagrada para órgano y el canto sagrado popular, litúrgico y
religioso.
También el Vaticano II
permitió la música autóctona de los pueblos cristianos, pero adornada de
las debidas cualidades. La
Iglesia aprueba y admite todas las formas musicales de
arte auténtico, así vocal como instrumental. Pero de nuevo debemos recordar
el principio: la música debe servir a la liturgia, no dominarla.
Entre todos estos
géneros musicales, la
Iglesia da la preferencia al canto gregoriano, que es el
propio de la Liturgia
romana y al que San Pío X califica de supremo modelo de toda música
sagrada, el único que heredó de los antiguos Padres, y que custodió
celosamente durante el curso de los siglos en sus códices litúrgicos.
Instrumentos que son
admitidos:
Nos contesta el
Concilio Vaticano II: “En el culto divino se pueden admitir otros
instrumentos, a juicio y con consentimiento de la autoridad eclesiástica
territorial competente, siempre que sean aptos o puedan adaptarse al uso
sagrado, convengan a la dignidad del templo y contribuyan realmente a la
edificación de los fieles” (Sacrosanctum Concilium, n. 120).
Principios que ofrece
el Papa para la música dentro de las celebraciones litúrgicas católicas:
“Ante todo es necesario
subrayar que la música destinada a los ritos sagrados debe tener como punto
de referencia la santidad”.
“No puede haber música
destinada a las celebraciones de los ritos sagrados que no sea primero
verdadero arte”. Sin embargo, “esta cualidad no es suficiente” advierte el
Santo Padre. “La música litúrgica debe en efecto responder a sus requisitos
específicos: la plena adhesión a los textos que presenta, la consonancia
con el tiempo y el momento litúrgico a la que está destinada, la adecuada
correspondencia con los ritos y gestos que propone”.
“El sagrado ámbito de
la celebración litúrgica no debe convertirse jamás en laboratorio de
experimentos o de prácticas de composición y ejecución introducidas sin una
atenta revisión”, dice además el papa. El canto gregoriano, dice luego Juan
Pablo II, “ocupa un lugar particular”; pues “sigue siendo aún hoy el
elemento de unidad” en la liturgia.
En general, señala el
papa, el aspecto musical de las celebraciones litúrgicas “no puede ser
dejado a la improvisación, ni al arbitrio de los individuos, sino que debe
ser confiado a una bien concertada dirección en respeto a las normas y
competencias, como fruto significativo de una adecuada formación
litúrgica”. Por ello, en el campo litúrgico, el Papa señala “la urgencia de
promover una sólida formación tanto de los pastores como de los fieles
laicos”.
El papa Benedicto XVI
enumera otros criterios sobre la música sagrada, que son importantes
destacar:
v La letra de la música
litúrgica tiene que estar basada en la Sagrada Escritura.
v La liturgia cristiana
no está abierta a cualquier tipo de música.
v Nuestro canto litúrgico
es participación del canto y la oración de la gran liturgia, que abarca
toda la creación. Así vencemos el subjetivismo y el individualismo, que
llevaría al virtuosismo y a la vanidad.
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
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