La religiosidad popular
es un tema muy usado y que no goza de excesivos entusiasmos últimamente.
Bueno es reproducir unas líneas de Benedicto XVI sobre el tema escritas
cuando era cardenal: “La religiosidad popular es el humus sin el cual la
liturgia no puede desarrollarse. Desgraciadamente muchas veces fue
despreciada e incluso pisoteada por parte de algunos sectores del
Movimiento Litúrgico y con ocasión de la reforma postconciliar.
Y sin embargo, hay que amarla, es necesario purificarla y guiarla,
acogiéndola siempre con respeto, ya que es la manera con la que la fe es
acogida en el corazón del pueblo, aun cuando parezca extraña o
sorprendente. Es la raigambre segura e interior de la fe”. Magníficas
palabras para valorar ese fenómeno de la religiosidad popular uno de cuyos
elementos más destacados son las Hermandades y Cofradías. El “Directorio
sobre la piedad popular y la liturgia” de la Congregación para
el Culto Divino y la
Disciplina de los Sacramentos nos ilustra sobradamente
sobre las formas de culto y especialmente sobre las prácticas de la piedad
popular.
Las formas de culto de
las Hermandades y Cofradías, en su vertiente devocional
más generalizadas, se resumen en novenas, septenarios, quinarios y triduos,
teniendo siempre como centro celebrativo la Eucaristía.
LA NOVENA: Es un ejercicio piadoso que dura nueve días,
dedicado generalmente a la
Virgen María y a otros santos y santas, así como a
devociones particulares. Muchas de las novenas tiene indulgencias y la única
novena que no era de devoción sino litúrgica fue la prescrita por León XIII
en el año 1895 dedicada al Espíritu Santo para preparar Pentecostés.
EL SEPTENARIO: Es un ejercicio de
siete días especialmente dedicado a la Virgen en sus advocaciones dolorosas, como
recuerdo de los siete dolores que padeció la Virgen al contemplar
los padecimientos de Cristo ante la Cruz.
EL QUINARIO: Ejercicio de cinco días
que parece tener su origen en el recuerdo de las cinco llagas de Cristo
(manos, pies y costado) y se celebran tanto para el culto a Cristo, como a la Virgen.
EL TRIDUO: Ejercicio de tres días
dedicado tanto a Cristo como a la Vírgen. Tres son
las personas de la
Trinidad y tres los días que conforman el Triduo Pascual.
Se dedican también Triduos al Santísimo.
EL VÍA CRUCIS CUARESMAL
Y EL VÍA LUCIS, su equivalente pascual, son otras formas de devoción muy utilizados
por las Cofradías, especialmente el ejercicio del Vía Crucis en el cual se
recorren los momentos más sobresalientes de la Pasión y Muerte de
Cristo a través de sus catorce estaciones. De igual forma, en la Cuaresma, están
bastante extendidas las meditaciones sobre el Stabat
Mater y sobre las Siete Palabras de Jesús en la Cruz, difundidas estas
últimas en el S. XVII sobre todo gracias al tratado que sobre dicho tema
escribió San Roberto Belarmino. El Sermón sobre
las Siete Palabras es fuente importante de reflexión durante los días
cuaresmales y en Valladolid adquiere su máximo exponente en la mañana del
Viernes Santo en su Plaza Mayor.
NO PODEMOS DEJAR DE
NOMBRAR LA SEÑAL DE
LA CRUZ. Hacer la señal de la cruz es el gesto fundamental del
cristiano. Santiguarse es aceptar a Cristo en nuestra vida, reconocernos
discípulos suyos. Si además utilizamos el agua bendita para santiguarnos
nos trae recuerdos del bautismo. En definitiva es una profesión de fe en el
Dios trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Hacer la señal de la cruz
equivale a ponernos bajo la protección del Señor, equivale a un escudo que
nos protege de las tribulaciones diarias y nos anima a seguir adelante.
Pedro
Sergio Antonio Donoso Brant
www.caminando-con-jesus.org
caminandoconjesus@vtr.net
|