|
MISA
DEL DÍA De la
Natividad del Señor. (S). Blanco. Gloria.
Credo. Prefacio de Navidad I, II o III . ANTÍFONA
DE ENTRADA Cfr. Is 9, 1.5 Un
niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; la soberanía reposa sobre sus hombros,
y su nombre será Consejero admirable. Motivación de entrada: La liturgia hace suyas, en esta
celebración, las palabras del profeta Isaías: “Un niño nos ha nacido, un hijo
se nos ha dado. La insignia del poder está sobre sus hombros y se le llamará
Consejero admirable” (Isaías 9, 6). Es toda una invitación a reflexionar y
adorar. ORACIÓN
COLECTA Dios
nuestro, que admirablemente creaste la naturaleza humana y, de modo aún más
admirable, la restauraste; concédenos participar de la vida divina de tu Hijo,
como él compartió nuestra condición humana. Que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. PRIMERA
LECTURA Is 52, 7-10 Con estilo
poético, el profeta anuncia el retorno de Dios en medio de su pueblo. Lectura del libro
de Isaías. ¡Qué
hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que
proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la salvación
y dice a Sión: « ¡Tu Dios reina!» ¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz,
gritan todos juntos de alegría, porque ellos ven con sus propios ojos el
regreso del Señor a Sión. ¡Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de
Jerusalén, porque el Señor consuela a su Pueblo, Él redime a Jerusalén! El
Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y todos los
confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios. Palabra de Dios. Comentario El Profeta es quien habla en nombre
de Dios, también puede ser llamado “testigo” (que ha visto, no es un
parlante, sino un comunicador). Y Dios siempre es una “buena noticia”. Quien
anuncia y predica la Palabra de Dios, si responde a un llamado divino, dejará
sus “pasos” marcados por donde vaya con la buena noticia y la alegría que sólo
Dios puede comunicar. Pensemos sólo en nuestros santos. SALMO
Sal 97, 1-6 R. Los confines de
la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Canten
al Señor un canto nuevo, porque Él hizo maravillas: su mano derecha y su santo
brazo le obtuvieron la victoria. R. El
Señor manifestó su victoria, reveló su justicia a los ojos de las naciones:
se acordó de su amor y su fidelidad a favor del pueblo de Israel. R. Los
confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. Aclame al
Señor toda la tierra, prorrumpan en cantos jubilosos. R. Canten
al Señor con el arpa y al son de instrumentos musicales; con clarines y sonidos
de trompeta aclamen al Señor, que es Rey. R. SEGUNDA
Lectura Heb 1, 1-6 Dios, después de hablar a los hombres de muchas maneras
por los profetas, ahora nos ha hablado por su mismo Hijo. Lectura de la carta
a los Hebreos. Después
de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en
muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempo final, Dios nos
habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y
por quien hizo el mundo. Él es el resplandor de su gloria y la impronta de su
ser. Él sostiene el universo con su Palabra poderosa, y después de realizar la
purificación de los pecados, se sentó a la derecha del trono de Dios en lo
más alto del cielo. Así llegó a ser tan superior a los ángeles, cuanto
incomparablemente mayor que el de ellos es el Nombre que recibió en herencia.
¿Acaso dijo Dios alguna vez a un ángel: «Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado
hoy»? ¿Y de qué ángel dijo: «Yo seré un padre para él y él será para mí un
hijo»? Y al introducir a su Primogénito en el mundo, Dios dice: «Que todos
los ángeles de Dios lo adoren». Palabra de Dios. Comentario Dios ha hablado de muchas maneras en
la historia, pero la “última carta” es la vida y la palabra de Cristo. La
Biblia, incluso el calendario romano, se divide en dos: antes y después de
Cristo. Él inaugura una “nueva etapa” de la historia. Esta realidad hace caer
aquellas revelaciones que pretenden inquietar las conciencias. Dios ya ha
hablado y hay que escucharlo desde Cristo. ALELUYA Aleluya.
Nos ha amanecido un día sagrado; vengan, naciones, adoren al Señor, porque
hoy una gran luz ha bajado a la tierra. Aleluya. EVANGELIO
Jn 1, 1-18 El evangelista
Juan, divinamente inspirado, nos hace remontar en el misterio de Dios. Jesús
es la palabra eterna del Padre que se hace hombre para salvarnos. Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Juan. Al
principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era
Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas las cosas fueron hechas por
medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella
estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las
tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. Apareció un hombre enviado por
Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de
la luz. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a
todo hombre. Ella
estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la
conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que
la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser
hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de
la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y la Palabra se
hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la
gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de Él, al declarar: «Éste es Aquél del que yo dije: El que
viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo». De su
plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han
llegado por Jesucristo. Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es
el Dios Hijo único, que está en el seno del Padre. Palabra del Señor. O bien
más breve: Jn 1, 1-5. 9-14 Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Juan. Al
principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era
Dios. Al principio estaba junto a Dios. Todas
las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de
todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los
hombres. La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo
hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el
mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero
a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder
de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de
la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. Y
la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su
gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de
verdad. Palabra del Señor. Comentario Juan no hace una narración
folklórica del nacimiento de Jesús, como pueden hacerlo los otros
evangelistas, sino más bien profundiza una reflexión que parte de
preexistencia del Verbo (Hijo de Dios) junto a Dios (Padre) y de su
“encarnación” (se hizo uno de nosotros) convertida en Palabra de Dios en este
mundo. De esta gracia somos partícipes, si la recibimos con fe y nos
convertimos en testigos de Dios en este mundo. Presentación de las ofrendas: En el día de Navidad, el
ofertorio del pan y del vino cobra un significado particular, Dios se hace
uno de nosotros en Belén, que significa “casa del pan”. Nos comprometemos a
que no falte el pan en ningún hogar, por amor a Cristo. ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS En
este día de fiesta acepta, Señor, este sacrificio que nos reconcilia
plenamente contigo y contiene toda la alabanza que el hombre puede ofrecerte.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Preparación a la comunión: Comulguemos hoy con Jesús,
palabra de Dios hecha carne, mientras pedimos que nuestra vida y la de
nuestros hermanos de comunidad se transformen en una perenne Navidad. ANTÍFONA
DE COMUNIÓN Sal 97, 3 Los
confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Dios
misericordioso, hoy nos ha nacido el Salvador del mundo; te pedimos que así
como nos ha hecho hijos tuyos, también nos haga partícipes de su
inmortalidad. Él que vive y reina por los siglos de los siglos. Despedida: Dios se ha hecho hombre para que el hombre
llegue a poseer la vida divina. Es la alegre noticia que debemos anunciar a
todos en esta Navidad, con nuestra palabra y, sobre todo, con el testimonio
de nuestra vida. |
Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant ocds |