Reflexión desde las Lecturas del Domingo XVII,
Ciclo A Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant 1.
EL VERDADERO
TESORO Con el evangelio en la mano, no entiendo
cómo se puede hablar de que ser cristiano es difícil y costoso. Es verdad que
hay que dejar cosas –muchas más de las que dejamos–, es verdad que hay que
morir al pecado que todavía reside en nosotros, pero todo esto se hace con
facilidad, porque hemos encontrado un Tesoro que vale mucho más sin
comparación. Más aún, las renuncias se realizan «con alegría», como el hombre
de la parábola, con la alegría de haber encontrado el tesoro, es decir, sin
costar, sin esfuerzo, de buen humor y con entusiasmo. Si todavía vemos el cristianismo como una
carga, ¿no será que no hemos encontrado aún el Tesoro? ¿No será que no nos
hemos dejado deslumbrar lo suficiente por la Persona de Cristo? ¿No será que
le conocemos poco, que le tratamos poco? ¿No será que no oramos bastante? El
que ama la salud hace cualquier sacrificio por cuidarla y el que ama a Cristo
está dispuesto a cualquier sacrificio por Él. Cristo de suyo es infinitamente
atractivo, como para llenar nuestro corazón y hacernos fácil toda renuncia. El mejor comentario a este evangelio son
las palabras de san Pablo: «Todo eso que para mí era ganancia, lo consideré
pérdida comparado con Cristo; más aún, todo lo estimo pérdida comparado con
la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor. Por Él lo perdí
todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo» (Fil 3,7-8). El que
de verdad ha encontrado a Cristo está dispuesto a perderlo todo por Él, pues
todo lo estima basura comparado con la alegría de haber encontrado el
verdadero Tesoro. 2.
PRIMERA LECTURA
1Rey 3, 5. 7-12 Salomón pide uno de los dones más
importantes a los que debe aspirar un dirigente: un corazón que entienda para
juzgar, un corazón lleno de sabiduría y discernimiento para buscar el bien
del pueblo. Dios escucha la oración de Salomón y le concede su ruego porque,
como gobernante, no ha pedido riquezas ni poder para su provecho personal,
sino sabiduría para el bien común. Lectura del primer libro de los Reyes. El Señor se apareció a Salomón en un
sueño, durante la noche. Y le dijo: “Pídeme lo que quieras”. Salomón
respondió: “Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor en lugar de mi
padre David, a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo.
Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que Tú has elegido, un pueblo tan
numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede entonces a tu servidor un
corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y
el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande
como el tuyo?”. Al Señor le agradó que Salomón le hiciera este pedido, y le
dijo: “Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni
riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento
necesario para juzgar con rectitud, Yo voy a obrar conforme a lo que dices:
Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú
antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti”. Palabra de Dios. 2.1 EL
SUEÑO DE GABAÓN “El Señor se apareció a Salomón en un
sueño, durante la noche. Y le dijo: “Pídeme lo que quieras”. Había dos santuarios nacionales en tiempos de
David: el de Gabaón, con Sadoc al frente, y el de Jerusalén, que presidía el
sumo sacerdote Abiatar (2:26). Era Gabaón una ciudad levítica, de la tribu de
Benjamín (Jos 9:3; 10:2; 18:25; 21:17). Dícese que había allí una piedra
célebre (2 Sam 20:8), que quizá era un monumento conmemorativo. No lejos de
Gabaón se levantaba la colina donde se encontraba el tabernáculo de Moisés y
el antiguo altar de los holocaustos. A este lugar iba Salomón para ofrecer
sacrificios al Señor (2 Crón 1:1-6) El
monarca tenía la costumbre antigua de sacrificar “en los lugares altos” (Ex
20:24), por creer el pueblo que, por razón de su altura, los montes estaban
más cerca de los cielos y en comunicación más estrecha con la divinidad, con
el Dios “que marcha por las alturas de la tierra” (Am 4:13). Dios habló a; “Salomón en un sueño, durante
la noche”. Deja entrever el texto que Salomón dormía en una de las
dependencias del santuario, lugar propicio para recibir comunicaciones
celestiales por residir Dios allí. Agradecido Dios por tanto sacrificio, “le
dijo: “Pídeme lo que quieras”, concedió a Salomón la gracia que le pidió.
Discreta y juiciosa fue la petición que le hizo el monarca: “Concede
entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir
entre el bien y el mal”. Le
concedió Dios un corazón que “entienda” a fin de poder juzgar rectamente las causas
del pueblo. “De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande
como el tuyo?”. Según las promesas de Dios a Abraham, el pueblo de
Israel será de una extensión incalculable, como las estrellas del cielo y las
arenas del mar. 2.2 “AL SEÑOR LE AGRADÓ QUE SALOMÓN LE HICIERA
ESTE PEDIDO”. Fue proverbial la sabiduría de Salomón, que
ya admiraban sus contemporáneos, israelitas y paganos. La ciencia
extraordinaria que poseía es de origen divino, es un don de Dios. De ahí que
la tradición le haya atribuido los libros llamados sapienciales. Dios le dice a Salomón; “Porque
tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la
vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para
juzgar con rectitud, Yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un
corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de
ti, ni habrá nadie como tú después de ti”. Esta petición de bienes
espirituales por parte del rey es única. Los reyes de Babilonia y de Asiría
pedían a sus dioses larga vida, seguridad nacional, un ejército invencible,
país próspero, un poder duradero, etc. Da a entender Dios en su respuesta que
también sus servidores de Israel le pedían preferentemente larga vida,
derrota de los enemigos, grandes riquezas, gracias que también concedía Dios
graciosamente a los que le servían (Deut 5:33; 11:9; 17:20). 2.3 UN CORAZÓN SABIO Y PRUDENTE “Tu servidor está en medio de tu pueblo,
el que Tú has elegido”. El pueblo elegido es como un primogénito entre
los demás pueblos, y el joven rey un monarca estremecido ante la admirable
grandeza del encargo. La confianza y la responsabilidad del que es investido
de poder le hacen tomar conciencia de su propia correspondencia para el
cargo. Es en este paso, de humildad, cuando nace como rey. Ciertamente, es real es su ruego frente a
la ayuda que el propio Dios le ofrece, acudiendo abiertamente a su oculta
interioridad: “Pídeme lo que quieras”. La
súplica no trata sobre bienestar, poder o glorias terrenas: larga vida, riquezas
y muerte de los enemigos como era la costumbre de pedir. Todo se concentra en aquello que el hombre
de por sí no puede conseguir si Dios no se lo concede: “un corazón sabio y prudente”, inteligente, capaz de discernir con equidad y
veracidad. Reinar, como aquí se reconoce, es servir según estas altas
prerrogativas: “La humildad precede a la gloria” (Prov 15,33). 3.
SALMO Sal 118,
57. 72. 76-77. 127-1 30 R.
¡Cuánto amo tu ley, Señor! El Señor es mi herencia: yo he decidido
cumplir tus palabras. Para mí vale más la ley de tus labios que todo el oro y
la plata. R. Que tu misericordia me consuele, de
acuerdo con la promesa que me hiciste. Que llegue hasta mí tu compasión, y
viviré, porque tu ley es toda mi alegría. R. Yo amo tus mandamientos y los prefiero al
oro más fino. Por eso me guío por tus preceptos y aborrezco todo camino
engañoso. R. Tus prescripciones son admirables, por eso
las observo: La explicación tu palabra ilumina y de da inteligencia al
ignorante. R. 3.1 LAS EXCELENCIAS DE LA LEY DIVINA Este Salmo, es de las Excelencias de la
Ley Divina. (Biblia Nácar-Colunga),
es el más extenso del Salterio, donde el poeta canta las alabanzas de la Ley
de Dios, sin duda para responder a los escépticos de su tiempo, que
procuraban olvidarla para vivir conforme a sus intereses y concupiscencias
personales. Pero la Ley en sus labios “no tiene el sentido estricto de la
legislación mosaica o del Pentateuco. Tiene una acepción más amplia; y aquí,
como en los salmos 1 y 19, significa toda revelación divina como regla de
vida. No es un código rígido de preceptos y de prohibiciones, sino un cuerpo
de doctrina, cuya plena significación no puede ser comprendida sino
gradualmente y con la ayuda de la instrucción “divina”. Por eso la palabra
Ley es sinónima en este salmo de “revelaciones divinas”, promesas y
enseñanzas proféticas, sobre todo la voluntad de Dios, su “beneplácito”. A
través de la Ley se revela la misericordia divina, aun cuando corrige y
castiga. El salmista se extasía ante las excelencias de la Ley, que refleja
la voluntad divina para con los hombres. Por ello, para el salmista es el
objeto constante de su meditación y a ella procura conformar totalmente su
vida. El orante, se siente débil y reconoce sus caídas, y, sobre todo,
confiesa la necesidad de la gracia divina para mantener su fidelidad integral
a la Ley. Por eso, constantemente afloran a sus labios los gritos de socorro
y de súplica para no desviarse del verdadero sendero señalado por ella en la
vida. 3.2 EL SEÑOR ES MI HERENCIA: YO HE DECIDIDO
CUMPLIR TUS PALABRAS. El cumplimiento de la Ley otorga ya una
satisfacción íntima al alma piadosa: da ciencia, prudencia, sabiduría para
conducirse en la vida, y, al mismo tiempo, procura consuelo, alegría íntima y
conciencia tranquila. El Señor, es la porción o “heredad” del
salmista, y por eso ha decidido observar escrupulosamente su palabra: El
Señor es mi herencia: yo he decidido cumplir tus palabras. La bondad
del Señor se ha manifestado siempre en la vida del salmista, tanto en los
momentos de prosperidad como en los de aflicción, conforme lo había
prometido. Con todo, pide que le enseñe siempre el
buen sentido, para saber distinguir lo recto de lo malo, para no apartarse de
su Dios; y en esto consiste la verdadera ciencia: conocer la mano de la
Providencia en todo, para ordenar la vida conforme a las insinuaciones de su
voluntad, manifestada en sus mandamientos. La pasada humillación le ha
servido para comprender más a fondo los estatutos del Señor. Esta lección es
de valor inestimable para ordenar su vida, mucho más que las riquezas. Para
mí vale más la ley de tus labios que todo el oro y la plata. R. 3.3 EL SEÑOR ES MI HERENCIA: YO HE DECIDIDO
CUMPLIR TUS PALABRAS. Puesto que el Señor le ha modelado
corporalmente, debe completar su obra en el orden espiritual, perfeccionando
su entendimiento para comprender mejor sus mandamientos: “Que
tu misericordia me consuele, de acuerdo con la promesa que me hiciste”.
Su conducta de fidelidad completa a Yahvé ha servido para que los temerosos
de Dios se alegren, pues han visto que su esperanza en la palabra divina no
ha quedado defraudada. Sus mismas aflicciones han constituido una
manifestación de los justos juicios de Dios, ya que por sus imperfecciones e
infidelidades las había merecido. Pero necesita, en medio de la postración,
ser reconfortado por la piedad divina para poder revivir con plenitud
espiritual y material: “Que llegue hasta mí tu compasión”, Está
rodeado de gentes perversas, que injustamente le satirizan para apartarle del
buen camino: “Y viviré, porque tu ley es toda mi alegría”. Su consuelo está
en la meditación de los mandamientos divinos y en la compañía de los que
temen a Yahvé y aceptan sus testimonios, y por eso pide a Dios que le ayude a
mantener su integridad espiritual, pues sólo así no será confundido ni
avergonzado ante los que se burlan de su vida piadosa. 3.4 “POR ESO ME GUÍO POR TUS PRECEPTOS Y
ABORREZCO TODO CAMINO ENGAÑOSO”. La ley es el centro de su vida: Yo
amo tus mandamientos y por eso
desea que se le descubran todos sus secretos, pues son el sostén de su vida
en las pruebas que atraviesa. Se siente obligado a obrar en favor de su Dios,
pues los impíos han violado su ley, y es necesario contrarrestar su mala
conducta con la entrega plena a los mandamientos divinos, que son para él más
apreciables que el oro más refinado: y los prefiero al oro más fino. La palabra del Señor es luz para el justo:
“Por
eso me guío por tus preceptos y aborrezco todo camino engañoso”. La
ley del Señor es una lámpara que ilumina la vida del justo y conforta a los
sencillos, que procuran amoldarse a sus testimonios. “La explicación tu palabra
ilumina y de da inteligencia al ignorante”. Tus prescripciones son admirables, por eso
las observo. La fidelidad de Dios a sus promesas de protección sobre el justo da
confianza al salmista para implorar su auxilio en reciprocidad a su buena
conducta. Por eso me guío por tus preceptos y aborrezco todo camino engañoso. Se
siente en medio de un ambiente hostil a los valores religiosos, y por ello
suplica que se afirmen sus pasos por el camino recto emprendido. En medio de
las tinieblas espirituales y morales ansia ver resplandecer la faz del Señor
en su favor, es decir, desea que se manifieste su poder protector y
benevolente hacia él, que se siente hostilizado por doquier. Su sensibilidad
religiosa no puede tolerar la atmósfera de impiedad que le rodea, y por eso
sus ojos se llenan de lágrimas a causa de su celo 4.
SEGUNDA LECTURA
Rom 8, 28-30 San Pablo nos exhorta a confiar en que
todo lo que ocurre será, finalmente, para nuestro bien. De un modo
misterioso, que no siempre nuestros ojos alcanzan a ver, Dios está
conduciendo todo hacia la plenitud de la gloria, para que participemos de esa
gloria con Jesús. Lectura de la carta del Apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma. Hermanos: Sabemos que Dios dispone todas
las cosas para el bien de los que lo aman, de aquéllos que Él llamó según su
designio. En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a
reproducir la imagen de su Hijo, para que Él fuera el Primogénito entre
muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que
llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. Palabra de Dios. 4.1 SABEMOS QUE DIOS DISPONE TODAS LAS COSAS
PARA EL BIEN DE LOS QUE LO AMAN Son tres versículos que contienen en
síntesis la doctrina toda de la carta, pues en ellos indica el Apóstol la
razón última de esa esperanza de “salud” que viene predicando desde el
principio. En líneas generales su pensamiento parece claro. Trata, lo mismo
que en los versículos anteriores. (18-27), de infundir ánimo a los cristianos
ante la certeza de nuestra futura glorificación; la razón invocada ahora “Sabemos
que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquéllos
que Él llamó según su designio”, es que Dios, en cuyas manos están todas las
cosas, todo lo dispone a nuestro bien. En otras palabras: Dios lo quiere, y a
Dios nada puede resistir. Es éste, desde luego, el primero y radical
principio del optimismo cristiano. San Pablo, no parece aplicar esto a todos los
cristianos en general. Que pueda haber cristianos pecadores que no
aman a Dios, San Pablo lo sabe de sobra,
pero esos tales quedan aquí fuera de su perspectiva, fijándose en el
cristiano como tal, que procura cumplir sus obligaciones, “los que lo aman” a Dios y “de aquéllos que Él llamó según su
designio”. En la terminología
de San Pablo “de aquéllos que Él llamó”, son llamados aquellos que han
recibido de Dios el llamamiento a la fe y han respondido a ese llamamiento
(cf. 1:6; 1 Cor 1:24); por consiguiente, todos los cristianos son y lo son “según sus designios”, pues es
Dios quien en acto eterno de su voluntad (cf. Ef 1:11; 3:11; 2 Tim 1:9) ha
determinado concederles ese beneficio sobrenatural. Querer distinguir, como
hizo San Agustín, y detrás de él muchos teólogos, una categoría privilegiada
de cristianos en esos “llamados según sus designios,”
algo así como llamados-elegidos (predestinados). 4.2 CINCO ACTOS DIVINOS En los versículos siguientes, el Apóstol señala
los diversos actos o momentos en que queda como enmarcada la acción salvadora
de Dios afirmada en el v.28. Dentro de
ese marco quedan incluidos todos los accidentes que pueden afectar a la vida
de cada cristiano, los cuales van dirigidos por Dios a la ejecución de sus
planes hasta llegar a la glorificación final. “En efecto, a los que Dios
conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para
que Él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó,
también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó,
también los glorificó” San Pablo, enumera cinco actos divinos, presciencia-predestinación
a ser conformes con la imagen de su Hijo-vocación a la
fe-justificación-glorificación. La “presciencia” es un previo conocimiento
que Dios y expresa una relación de tipo existencial: ¿qué vínculo media entre
el Creador y la criatura? Se trata de un «conocimiento» fundado en una
predilección de amor. El segundo le asigna a Dios la primacía en
la iniciativa de esta elección y apunta al objetivo final, correlativo con el
origen por su aprobación. Este «destino» manifestado a priori no reduce la
libertad humana, ya que conserva totalmente la facultad de adherirse o no al proyecto
divino. El tercer verbo implica la vocación que se
manifiesta en el corazón del hombre. Dios se dirige directamente al interior
del ser humano. La libertad de la persona, desde dentro, agita el proceso de
deificación en colaboración con la gracia divina. El cuarto verbo formula con un término
jurídico el concepto de recibir cuanto es debido pero con creces, más allá
del derecho. Un Dios que es amor ejerce un dominio único sobre la creación:
la vida. Referido al hombre, esto se traduce en benevolencia profunda:
misericordia. Se entra así en el sentido pleno del
quinto verbo: glorificar. Más que un deber del hombre, reconocer y proclamar la
gloria de Dios forma parte de su llamada. La alabanza de su gloria es que el
hombre viva para siempre como imagen de la santidad que adquirió desde el principio. 5.
EVANGELIO Mt 13,
44-52 Jesús concluye su discurso en parábolas haciendo una observación sobre
la sabiduría. El discípulo, que a su vez es maestro (escriba para otros),
sabrá enseñar con lo nuevo, combinando lo antiguo y lo nuevo. Jesús, en su
sabiduría, supo enseñar con el mensaje del Antiguo Testamento y ofrecer a su
vez la novedad que él traía. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Mateo. Jesús dijo a la multitud: El Reino de los
Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra,
lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el
campo. El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se
dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a
vender todo lo que tenía y la compró. El Reino de los Cielos se parece
también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando
está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo
bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo:
vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para
arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
“¿Comprendieron todo esto?”. “Sí”, le respondieron. Entonces agregó: “Todo
escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño
de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo”. Palabra del Señor. 5.1 UN TESORO ESCONDIDO EN UN CAMPO Flaviano Josefo, historiador Judío (La
Guerra de los Judíos), nos narra que por temor a la guerra muchas gentes
escondían objetos preciosos. En el Talmud, también se relatan historias de
buscadores de tesoros escondidos en los patios de las casas, los entramados
(vigas) y entre medio de las paredes, etc. Jesús les narra a la multitud una parábola
donde compara al Reino de los Cielos con un tesoro escondido en un campo,
donde un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende
todo lo que posee y compra el campo 5.2 VENDE TODO LO QUE SE TIENE PARA ADQUIRIR EL
CAMPO La enseñanza que da Jesús, nos explica
como por un tesoro que se encuentra se vende todo lo que se tiene para
adquirir el campo en el que se oculta. Así también para adquirir el Reino, la
persona se ha de desprender y debe
vender todo lo que sea
obstáculo para obtenerlo y entonces ingresar en él. En efecto el que encuentra un tesoro como
este, el Reino de los Cielos, debe dejarlo todo por él, y renunciar con
alegría a lo que tiene terrenalmente, es indudable, que no podemos comparar
los bienes terrestres con la posesión de Dios, “Ustedes no pueden servir al
mismo tiempo a Dios y al Dinero” (Mt 6-24). 5.3 LAS PERLAS FINAS Jesús también nos agrega esta parábola; “El Reino de los Cielos se parece también a
un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de
gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.” El Reino de los cielos no es semejante al
negociante, sino a la perla. Esta, en la antigüedad, era “el summum del
precio de todas las cosas.” El negociante en un día, en su búsqueda,
encuentra una excepcional, y vende todo lo que tiene para comprarla. La enseñanza de Jesús, al igual que la
parábola anterior, nos enseña que hay que dejar todo lo que sea obstáculo
para ingresar en el Reino. Esto tiene un tono especial: se busca
positivamente lo bueno; pero el reino es lo mejor. En la primera parábola, el tesoro se halla
fortuitamente y en la segunda, se encuentre buscando la perla, que por lo
demás no deja ser algo casual, sin embargo lo que prima en esta enseñanza es
que se debe dejar todo lo que impida ingresar en el Reino. 5.4 PARA POSEER A DIOS, DEBEMOS DESPOJARNOS DE
TODO Ambas parábolas nos muestran que merece
mucho la pena hacer un gran esfuerzo por conseguir algo muy valioso, como el
Evangelio, como el amor de Cristo, como el Reino de Dios. Con fe, veremos que
la valoración de la posesión de Dios, que es el tesoro que nos habla Jesús,
no puede tener ninguna comparación. Pero para poseer a Dios, debemos
despojarnos de todo, especialmente de lo que no somos, y de mucho de lo que
somos y de cuanto aprisiona nuestro corazón. Es decir, nuestros afectos a lo
mundano, las inclinaciones frívolas, pasiones e instintos, esto es, todo cuanto
nos impida la posesión de Dios. Si vaciamos el corazón de nosotros mismos,
este podrá ser ocupado por Dios. 5.5 PARA LA ADQUISICIÓN DEL REINO DE LOS
CIELOS, TENEMOS QUE RENUNCIAR CON ALEGRÍA A TODO Un muy buen negocio nos propone Jesús, el
mejor de los trueques, un intercambio o entrega de cosas de poco precio, por
otras valiosísimas, es así, como nos pone el ejemplo de un negociante, para
indicarnos que es un hombre que conoce el valor de las cosas, y se desprende
de todo por una perla fina. Es así, como nos invita, pero también nos
condiciona, que para la adquisición del Reino de los Cielos, tenemos que
renunciar con alegría a todo, porque la renuncia a lo material tiene el mejor
de los premios, como es la posesión de Dios y participar del Reino de los
Cielos 5.6 UNA RED QUE SE ECHA AL MAR “El Reino de los Cielos se parece también a una red
que se echa al mar y recoge toda clase de peces.” Esta parábola que relata Jesús, su escena
se emplaza en las actividades propias del lago de Genezaret, es algo
corriente sentarse para el recuento y clasificación de los peces después de
una jornada de pesca. Se sabe que el lago era rico en variedad de peces, pero
entre ellos habían algunos que se consideraban impuros. Así es como Jesús, estando en medio de los
pescadores, a la orilla de lago y entre redes y barcas, les habla de algo que
es sumamente familiar. En efecto, Jesús les habla con el mismo lenguaje de la
actividad diaria de los pescadores, es así como las enseñanzas del Maestro no
solo entran al corazón por los oídos, también por los ojos. 5.7 “TODA CLASE DE PECES”, La comparación parabólica es integral, es
sobre la separación de “malos” y “buenos”, y es lo que sucederá también al
final de los tiempos, enfatizándose más la obra sobre los “malos”, ya que el
destino para los buenos se da por sabido. Cuando dice el Señor que; “El Reino de los
cielos se parece también a la red que los pescadores echan en el mar y recoge
toda clase de peces.” Es como en
nuestra Iglesia, somos muchos los que por el bautismos le pertenecemos, pero
no todos viven con fidelidad a ella, es así como tiene muchos fieles que
participan, algunos los hacen activamente, otros según como les acomode,
otros resultan perjudicial, y muchos bautizados nunca se han sentido sus
miembros. La expresión “toda clase de peces”, nos
enseña que nadie está excluido, ni por origen, cultura o raza, tampoco por su
nivel de bondad, compasión o maldad, ni por su clase, condición económica o
educación, esto es, se alude a la universalidad del Reino. Cuando el pescador
lanza sus redes al mar, sabe que en sus redes vendrá una diversidad de peces. 5.8 PONEN LOS BUENOS EN CANASTOS Y TIRAN LOS
MALOS Jesús continúa enseñando: “Cuando está llena, los pescadores la sacan
a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no
sirve.” Nosotros somos
los peces, y no nos corresponde decir quiénes son los buenos y los malos, del
mismo modo no concierne juzgar quien debe entrar o no al Reino, así entonces,
conviviremos unos con otros, a fin de que los buenos, busquen la santidad
entre los malos, y los malos viendo la actitud de los buenos, encuentren un
estímulo para cambiar de vida. Es así, como no solo con las palabras
debemos demostrar que somos buenos cristianos, además nos obligamos hacer que
todas nuestras actitudes, conductas y modo de vida, sean cristianas, pero no
a nuestro modo personal de ver, si no como Jesús nos enseñó en los
evangelios. 5.9 VENDRÁN LOS ÁNGELES, SEPARARÁN A LOS MALOS
DE LOS BUENOS Jesús nos dice además; “Así sucederá al fin del mundo: vendrán los
ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el
horno ardiente.” Allí será el
llanto y la desesperación. Así es, la separación de los buenos y los malos no
se hace en este mundo y tendrá lugar en el día del juicio, en ese minuto
quedará sellada definitivamente la suerte de cada uno de nosotros. Nuestra
tarea ahora es llegar a ser seleccionado de entre los buenos, pero también
nos corresponde ayudar a los demás a ser considerado dentro de los justos,
Jesús se ha reservado para sí, la elección de quien cumple el calificativo de
bueno o justo. 5.10 ¿HAN ENTENDIDO TODO ESTO? La parábola termina con la pregunta de
Jesús: “¿Comprendieron
todo esto?”. “Sí”, le respondieron. Entonces agregó: “Todo escriba convertido
en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de
sus reservas lo nuevo y lo viejo”. Jesús no excluye a nadie, el mismo dice
que enviará profetas, sabios y escribas a Israel (Mt 23;34), sin embargo no
parece que el texto se refiera a un escriba judío que se haga discípulo del
Reino, el argumento parece indicar que se refiere a los apóstoles, que con la
preparación que están recibiendo quedarán habilitados como verdaderos
doctores e intérpretes del Evangelio. 5.1 SACA DE SUS RESERVAS LO NUEVO Y LO VIEJO Y para que vean lo que esto significa, les
pone una comparación, y al decir que va sacando de su tesoro cosas nuevas y
cosas viejas, quiere referirse a ese baúl donde se guardan las cosas mejores,
las cosas que se atesoran o necesarias del hogar. El hombre rico provisto no
sólo guarda en sus baúles las cosas viejas y heredadas, aunque de valor, sino
que se surte y repone con las cosas nuevas y así se halla perfectamente
provisto. El tesoro que tenemos es la Palabra de
Dios del Antiguo Testamento, de allí vamos sacando las doctrinas nuevas que
nos ha enseñado Cristo, que se van armonizando con el Nuevo Testamento. Jesús
nos dijo: No crean que he venido a suprimir la Ley o los Profetas. He venido,
no para deshacer, sino para llevar a la forma perfecta. (Mt 5, 17) 5.12 ¿HEMOS ENTENDIDO LO QUE NOS DICE JESÚS? Nosotros, ¿Hemos entendido lo que nos dice
Jesús? Ante de responder ahora, examinemos nuestra fe, pues no basta
pertenecer a la Iglesia de Jesucristo, es preciso poseer el Espíritu de
Jesucristo, y obrar en conformidad a él. Revisemos entonces si en nuestro
modo de vida asimilamos el espíritu del Evangelio. Así es como, para alcanzar la gloria del
Reino, no lo haremos por la simple pertenencia de la Iglesia, sino por la
fidelidad al espíritu y exigencia del Evangelio enseñado por Jesús. Y cuando acabó de decir estas parábolas,
Jesús se marchó de allí. Cristo
Jesús viva en sus corazones Pedro Sergio Antonio Donoso Brant Domingo
Semana XVII del Ciclo A Publicado
en este link: PALABRA DE DIOS Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y Biblia de Jerusalén |
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