Reflexión desde las Lecturas del Domingo
XXVIII Ciclo B Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso
Brant 1. EL AMOR A LAS RIQUEZAS LLEVA A RECHAZAR A CRISTO El evangelio
del domingo vigésimo octavo (Marcos 10,17-30) nos presenta a un hombre
honrado y piadoso pero cuyo amor a las riquezas le lleva a rechazar a Cristo.
La persona de Jesús es el bien absoluto que hay que estar dispuesto a
preferir por encima de; “los cetros, los tronos, las riquezas, la
piedra más preciosa, la salud y a la hermosura, y la luz del día” (Primera Lectura Sabiduría 7,7-11). En
esto consiste la verdadera sabiduría: al que renuncia a todo por Cristo, en
realidad con Él le vienen todos los bienes juntos; todo lo renunciado por Él
se encuentra en Él centuplicado –con persecuciones– y además vida eterna.
Pero es preciso tener sensatez para discernir y decisión para optar
abiertamente por Él y para estar dispuesto a perder lo demás. Porque el que
se aferra a sus miserables bienes y riquezas se cierra a sí mismo la entrada
en el Reino de Dios. Sin
duda, una de las advertencias que más reiterada e insistentemente aparecen en
la predicación de Jesús es la que encontramos en el evangelio de hoy: las
riquezas constituyen un peligro. En pocos versículos hasta tres veces insiste
Jesús en lo muy difícil que es que un rico se salve. Dios, en su infinito
amor, llama al hombre entero a que le sirva y a que le pertenezca de manera
total e indivisa. Ahora bien, las riquezas inducen a confiar en los bienes
conseguidos y a olvidarse de Dios (Lc
12,16-20) y llevan a despreciar a los pobres que nos rodean (Lc 16,19ss). Las riquezas hacen a los
hombres codiciosos, orgullosos y duros (Lc
16,14), la seducción de las riquezas ahoga la palabra de Dios (Mt 13,22); en conclusión, que el
rico “atesora riquezas para sí, pero no
es rico ante Dios” (Lc 12,21). La conclusión es clara: “No podéis servir a Dios y al Dinero” (Mt
6,24). De ahí la advertencia de Jesús: “Ay de vosotros los ricos, porque ya habéis recibido vuestro
consuelo” (Lc 6,24). Conviene
revisar hasta qué punto en este aspecto pensamos y actuamos según el
evangelio. Pues no basta cumplir los mandamientos; al joven rico, que los ha
cumplido desde pequeño, Jesús le dice: “Una
cosa te falta”. Ahora bien, Cristo no exige por exigir o por poner las
cosas difíciles. Al contrario, movido de su inmenso amor quiere desengañar al
hombre, abrirle los ojos, hacerle que viva en la verdad. Quiere que se apoye
totalmente en Dios y no en riquezas pasajeras y engañosas. Quiere que su
corazón se llene de la alegría de poseer a Dios. El joven rico se “entristeció y se fue apenado”, al rechazar la
invitación de Jesús a desprenderse. Por el contrario, el que, como Zaqueo, da
la mitad de sus bienes a los pobres (Lc
19,1-10), experimenta la alegría de la salvación. 2.
PRIMERA LECTURA El sabio pone en boca de Salomón una súplica por la sabiduría y una
explicación de su origen y de su naturaleza. El Señor es la fuente de la
sabiduría verdadera, la cual es descubrimiento de la medida justa de toda la
realidad. Su luz descubre la verdad sobre bienes y valores. Es re velación
del Señor que lo hace ver todo en transparencia hacia él. Lo pequeño cobra
grandeza cuando muestra su huella. Lectura del libro de la Sabiduría 7, 7-11 Oré, y me fue dada la prudencia, supliqué, y descendió sobre mí el
espíritu de la Sabiduría. La preferí a los cetros ya los tronos, y tuve por
nada las riquezas en comparación con ella. No la igualé a la piedra más
preciosa, porque todo el oro, comparado con ella, es un poco de arena; y la
plata, a su lado, será considerada como barro. La amé más que a la salud y a
la hermosura, y la quise más que a la luz del día, porque su resplandor no
tiene ocaso. Junto con ella me vinieron todos los bienes, y ella tenía en sus
manos una riqueza incalculable. Palabra de Dios 2.1
LA SABIDURÍA, EL VERDADERO Y ÚNICO BIEN DEL
HOMBRE. Este
fragmento está tomado de la parte central del libro de la Sabiduría. Su
autor, que por medio de una parábola literaria se convierte en Salomón, el
rey sabio, se presenta con autoridad como alguien que ruega y obtiene el don
de la sabiduría. Éste don, no es fruto de la habilidad o de una adquisición
humana; sólo puede ser recibida de lo alto. “Oré, y me fue dada la
prudencia, supliqué, y descendió sobre mí el espíritu de la Sabiduría”. El
texto relee la conocida oración de Salomón en Gabaón; Dijo Dios a Salomón: “Pídeme lo que quieras que te dé” …y Salomón reza: concede, pues, a tu siervo, un corazón
que entienda para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal,
pues ¿quién será capaz de juzgar a este pueblo tuyo tan grande? ……y le dijo
Dios: Porque has pedido esto y, en vez de pedir para ti larga vida, riquezas,
o la muerte de tus enemigos, has pedido discernimiento para saber juzgar,
cumplo tu ruego y te doy un corazón sabio e inteligente como no lo hubo antes
de ti ni lo habrá después” (1 Re 3,6-13). Ahora
bien, para obtener este don de la sabiduría es preciso tomar algunas
decisiones. El autor dice que la ha antepuesto, progresivamente, a siete
bienes: “a los cetros, los tronos, las riquezas, la piedra más preciosa, la
salud y a la hermosura, y la luz del día”, .es decir, se pasa, por
tanto, de los bienes externos y materiales a los que tienen que ver con la
vida física del hombre; sin embargo, tampoco éstos, incluida la luz de los
ojos, resisten la comparación con la sabiduría, que ha de ser considerada,
por consiguiente, el verdadero y único bien del hombre. Si
esto podía ser ya verdadero para los judíos que vivían en la diáspora, en la
ciudad de Alejandría, a fin de darles cohesión y unidad mientras estaban
rodeados por una sólida cultura helenística, todavía lo es más para nosotros,
a quienes nos ha sido revelado, en Jesús, el verdadero rostro de la sabiduría
de la que habla la Escritura. 2.2
INVITADOS A
REFLEXIONAR SI VERDADERAMENTE TENEMOS EL ESPÍRITU DE LA SABIDURÍA Y EL
ESPÍRITU DE DIOS No
teniendo Salomón la sabiduría por nacimiento ni por su dignidad real, hubo de
poner en práctica los medios para conseguirla. Acudió en su demanda a la
oración, y el Señor le otorgó sabiduría y prudencia; “Oré, y me fue dada la prudencia, supliqué, y descendió sobre mí el
espíritu de la Sabiduría”. El primer término puede designar la
ciencia especulativa, y el segundo la práctica. Y con su actitud enseña a
todos el camino para alcanzar la auténtica sabiduría. “La oración” luego
añade que la antepuso a los tronos y riquezas, en conformidad
con la constante enseñanza de los sabios. Cuando a Salmón se le apareció en
sueños el Señor en Gabaón y le dijo: “Pídeme
lo que quieras que te dé,” no pidió vida larga ni riquezas, sino un
corazón sabio para gobernar a su pueblo. “La amó más que a la salud”, que en ocasiones no es fácil conservar
sin la ciencia y prudencia que da la sabiduría; más que “la hermosura” cosa pasajera y vana en comparación con la
sabiduría, cuyos frutos perseveran en la gloria inmortal; “más
que la misma luz”, la cual cede a las tinieblas, mientras que el
resplandor que comunica la sabiduría brillará por los siglos, sin oscurecerse
jamás. De la Sabiduría encarnada nos dice San Juan que es la “luz
verdadera” que ilumina a todo hombre. Esta
lectura nos invita a reflexionar si verdaderamente tenemos el espíritu de la
sabiduría y el espíritu de Dios, es también una invitación para ver si
apreciamos a Dios más que todas las otras cosas, si no deseamos más que a El,
si colocamos en Dios nuestra grandeza y nuestra esperanza, y si, aun privados
de todo lo demás, nos encontramos felices de que “Solo Dios nos Basta”. (Teresa de Jesús) 3.
SALMO 89, Meditación Sobre la Vida Humana. En
estilo bellísimo y atractivo, con abundancia de metáforas, el salmista canta
en la primera parte de este salmo la grandeza de Dios, Señor del universo,
anterior a la formación de los montes, para quien mil años son como un día.
Frente a esta grandeza divina está la pequeñez e indigencia del hombre, hecho
de la tierra, sin consistencia, y cubierto de pecados, que provocan la ira
divina. Por sus faltas, la vida humana transcurre triste y en constante
turbación. Es un canto emotivo, de elevación casi único. A la seriedad del
pensamiento sobre la pequeñez de la vida humana corresponde la solemnidad y
tonalidad grave de expresión. Pero, aunque esté bajo el golpe del dolor y de
una penetrante melancolía, el poeta no se deja arrastrar por ella fuera de
Dios ni de la confianza en El. Sal 89, 12-17 R. Señor, sácianos con tu amor. Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance
la sabiduría. ¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus servidores.
R. Sácianos en seguida con tu amor, y cantaremos felices toda nuestra
vida. Alégranos por los días en que nos afligiste, por los años en que
soportamos la desgracia. R. Que tu obra se manifieste a tus servidores, y que tu esplendor esté
sobre tus hijos. Que descienda hasta nosotros la bondad del Señor; que el
Señor, nuestro Dios, haga prosperar la obra de nuestras manos. R. 3.3
“QUE DESCIENDA HASTA NOSOTROS LA BONDAD DEL
SEÑOR” En este poema, el salmista suplica, que Dios le dé a entender la
brevedad de la vida para saber vivir con la conciencia de su limitación, y,
en consecuencia, organizándola conforme a las exigencias del temor de Dios,
que es el principio de la sabiduría. En los versos anteriores a este fragmento, el salmista trataba de las relaciones de
Dios con el ser humano en su proyección humana, sin restricción alguna; en
cambio, ahora la perspectiva se estrecha y se consideran las relaciones del
Señor con sus siervos, los pertenecientes al pueblo elegido. El tono es más
confiado: desaparece el Dios lejano, sumido en la eternidad, para aparecer el
Dios providente que se preocupa de los problemas de su pueblo. El salmista se
hace eco de una tragedia nacional: los que forman el pueblo de Dios han sido
humillados y afligidos. Y, en un arranque de impaciencia, el poeta exclama: “Vuélvete,
Señor! ¿Hasta cuándo...? Ten compasión de tus
servidores” No concibe que su Dios permanezca mucho tiempo apartado
de su pueblo, y con tono confiado le dice: “Vuélvete”. Siente el
vacío de su presencia, y por eso pide que muy pronto, desde la mañana, haga
sentir su gracia, “Alégranos por los días en que nos afligiste”, es decir, su
comunicación benevolente y protectora, sembrando así la alegría y la
confianza en sus siervos, que están desolados, “por los años en que
soportamos la desgracia”. Los años de humillación y de postración
exigen ahora una compensación proporcionada de alegría en la intimidad con el
Señor. Llevado de su fe ciega en Dios, le pide que manifieste su obra, es
decir, su intervención milagrosa en favor de ellos, brillando así su
magnificencia como Dios omnipotente y Señor de la historia'. “Que
tu obra se manifieste a tus servidores, y que tu esplendor esté sobre tus
hijos”. La oración termina con el deseo de que la suavidad o
benevolencia del Señor los bendiga. “Que descienda hasta nosotros la bondad
del Señor” y confirme el trabajo cotidiano de los que luchan por
salir de una difícil situación de prosperidad: “que el Señor, nuestro Dios,
haga prosperar la obra de nuestras manos”. “Señor, sácianos con tu amor”. 4.
SEGUNDA LECTURA El autor hace una extraordinaria evocación de la Palabra de Dios.
¡Viva, eficaz, penetrante! La Palabra de Dios no es una droga que adormece
suavemente las conciencias, sino una espada tajante de dos filos que inquieta
la cómoda seguridad de nuestras conciencias adormecidas. La Palabra ha
transformado a los profetas para hacer de ellos sus testigos. En el cristiano
la Palabra se hace juicio, porque interpela al hombre en lo más íntimo de sí
mismo para que elija y esté en condiciones de comunicarla intacta a los
demás. Lectura de la carta a los Hebreos 4, 12-13 Hermanos: La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que
cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del
espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos
y las intenciones del corazón. Ninguna cosa creada escapa a su vista, sino
que todo está desnudo y descubierto a los ojos de Aquél a quien debemos
rendir cuentas. Palabra de Dios. 4.4
“LA PALABRA DE DIOS” En
el Antiguo Testamento se invocaba la sabiduría para aprender a discernir lo
que es justo, ahora en el Nuevo Testamento es presentada como “Palabra
de Dios” encarnada, dotada de un infalible poder de discriminación y
de juicio. En efecto, el autor de la carta a los Hebreos nos ofrece, en unos
pocos versículos, una teología sugestiva. Esa Palabra es presentada en línea
con la sabiduría, una sabiduría de la que Israel se había alejado neciamente:
Escucha, Israel, los mandamientos de
vida, tiende tu oído para conocer la prudencia….. Aprende dónde está la prudencia, dónde la fuerza,
dónde la inteligencia, para saber al mismo tiempo dónde está la longevidad y
la vida, dónde la luz de los ojos y la paz… Este es nuestro
Dios, ningún otro es comparable a él…... (cf. Baruc 3,9-38; 4,1-4). Se la califica
de “viva”, en condiciones, por tanto, de dar vida, de robustecer
las opciones de fe del creyente; “eficaz”, es decir, dotada
del «poder de Dios» que hace
felices a sus testigos; De esta forma
la Palabra del Señor crecía y se robustecía poderosamente. (Hch 19,20). “La
Palabra de Dios” Es considerada todavía “más cortante que cualquier espada de doble
filo” porque puede llegar a escrutar el alma del hombre en todos sus
componentes psicológicos y espirituales. La expresión “viva, eficaz”, también
es tajante, porque penetra hasta la división de alma y espíritu, discierne
pensamientos e intenciones, no pueden indicar más al vivo el poder y eficacia
de la palabra que sale de la boca de Dios, que no puede volver vacía, sin
conseguir su efecto, y para la cual nada hay oculto. 4.5
ESTAMOS LLAMADOS
A RESPONDER A LA LLAMADA DIVINA Estamos
llamados a responder a la llamada divina, pues “la palabra de Dios”, “viva y eficaz”, no nos deja posibilidad de eludir nuestra
responsabilidad respecto a ella. “La palabra de Dios” es la
revelación misma de Dios, manifestando a los seres humanos su voluntad, con
promesa de premios e intimidación de sanciones. Esta “palabra” en realidad,
es intercambiable con Dios mismo, que es el que la pronuncia; de ahí que se
comience hablando de la “palabra de Dios” y se termine
hablando de Dios mismo, como identificando la palabra con El (v.15). En el último versículo se produce un
brusco salto gramatical que nos muestra claramente cómo la Palabra coincide
de hecho con Dios mismo, a cuyo juicio nadie puede sustraerse de ninguna
manera. “Ninguna cosa creada escapa a su vista, sino que todo está desnudo y
descubierto a los ojos de Aquél a quien debemos rendir cuentas”. Sabemos, en
efecto, que el Padre ha confiado este juicio a su Hijo amado y que ese juicio
es justo, aunque también es misericordioso para quien tiene fe: El que cree en él, no es juzgado; pero el
que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único
de Dios. (Jn 3,18). 5.
EVANGELIO En la providencia ordinaria del Señor las riquezas son un bloqueo
insuperable en orden a la salvación. Sólo un milagro del Señor puede realizar
el prodigio de la salvación de un rico. Ahora bien, al Señor no se le puede
inducir a que haga los milagros que a nuestra ambición le convienen. Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 10, 17-30 Jesús se puso en camino. Un hombre corrió hacia El y, arrodillándose,
le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?”
Jesús le dijo: “Por qué me llamas bueno? Sólo Dios
es bueno. Tú conoces los mandamientos: No matarás, no cometerás adulterio, no
robarás, no darás falso testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre
y a tu madre”. El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido
desde mi juventud”. Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo te falta una
cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en
el cielo. Después, ven y sígueme”. El, al oír estas palabras, se entristeció
y se fue apenado, porque poseía muchos bienes. Entonces Jesús, mirando
alrededor, dijo a sus discípulos: “Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!” Los discípulos se sorprendieron por estas palabras,
pero Jesús continuó diciendo: “Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino
de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un
rico entre en el Reino de Dios”. Los discípulos se asombraron aún más y se
preguntaban unos a otros: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?” Jesús, fijando
en ellos su mirada, les dijo: “Para los hombres es imposible, pero no para
Dios, porque para El todo es posible”. Pedro le dijo: “Tú sabes que nosotros
lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús respondió: “Les aseguro que
el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos
por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento
por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de
las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna”. Palabra del Señor 5.1
MAESTRO BUENO, ¿QUÉ DEBO HACER PARA HEREDAR
LA VIDA ETERNA? Jesús se puso en camino. Un hombre corrió hacia él y, arrodillándose,
le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la Vida eterna?”
No podemos tratar de sorprender a Jesús con ninguna pregunta, jamás lo
podemos hallar desprevenido, me refiero a algo imprevisto, incomprensible y
que le cause sorpresa, por mucho que nos acerquemos con algo oculto o
disimulado, El nada tarda en descubrirlo, en todo caso ante esta pregunta
Jesús le dice: “¿Por qué me llamas bueno?” Los Evangelios según san Marcos y
según san Lucas, recalcaban bien la pregunta de Jesús al joven, algo
modificada en san Mateo. Al subrayarle que le llama “Maestro bueno” y que “sólo
Dios es bueno”, está atrayendo a este joven hacia sí, significándole
su esfera divina. Jesús le responde al joven; “Sólo Dios es bueno”. En ese
instante el Joven recibe una sorpresa, porque espera que Jesús le indique
alguna regla, entonces Jesús le responde: “Tú conoces los mandamientos”.
Cuando leemos a san Mateo (19,16-22), dice; “si quieres entrar en la Vida eterna, cumple los Mandamientos”.
Con todo, el joven falto de humildad frente al maestro, y quizá con algún
aire de soberbia, pregunta ¿Cuáles?,
pero Jesús mantiene su paz en su natural forma de ser y le responde como dice
aquí: “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso
testimonio, no perjudicarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre”. 5.2
JESÚS LO MIRÓ
CON AMOR El hombre le respondió: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi
juventud”. “Jesús lo miró con amor”. San
Marcos, es el único que destaca que el Señor le amó y le miró con cariño al
decir: “Jesús lo miró con amor”. Es un rasgo de la exquisitez de
Jesús. Según el Evangelio de Mateo, el joven mira a Jesús preguntando ¿qué me queda por hacer? Aunque parezca una respuesta sencilla e
inocente de alguien que busca ser mejor, no puedo imaginarme que no halla una
cierta altanería en una respuesta como esta, es algo típico de alguien
orgulloso o que se cree superior o autosuficiente, y esto es porque responde
casi en de forma despectiva ¿Qué me
queda por hacer?, es así como Jesús que un instante puede haber puesto la
mirada en un joven como un futuro discípulo, entonces le responde con algo
que descoloca al Joven; “Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que
tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y
sígueme”. Al oír estas palabras, el joven se retiró entristecido, porque
“poseía muchos bienes”. Y esta posesión de bienes, impide al joven
acoger el amor de predilección del Maestro: Ciertamente el “posee
muchos bienes”, pero no consigue comprender cuál es el bien
verdadero, el verdadero rostro de la sabiduría que se le quiere dar, y “se entristeció y se fue apenado”. 5.3
CUANTAS VECES
NOSOTROS LE PREGUNTAMOS AL SEÑOR, ¿QUÉ DEBO HACER?, ¿SEÑOR, QUE QUIERES QUE
HAGA? Jesús al pedirle que venda su hacienda y la dé a los pobres no esta
enunciando una doctrina universal preceptiva, lo que hace es dirigirse a un
caso concreto y a una meta libre de perfección. Pero pensemos también que el Joven se sintió atraído por las
enseñanzas de Jesús, y buscaba la perfección al buscar algo mas que cumplir
la Ley, y entonces Jesús le recuerda primeramente los mandamientos y para
mejor perfección le abre el camino al desprendimiento y si lo hace, lo invita
a seguirlo, en ese instante el joven no reconoce el gran beneficio de seguir a
Jesús y prefiere mantener su bienes y se retira entristecido. Jesús debe
haber quedado desilusionado del joven. Cuantas veces nosotros le preguntamos al Señor, ¿Qué debo hacer?,
¿Señor, que quieres que haga?, e incluso nos atrevemos a decir, Señor, hágase
tu voluntad, pero tenemos que conocer a quien nos llama y a quien nos
ofrecemos, y lo conocemos abriéndole nuestro mejor espacio en el corazón, con
la oración y la contemplación, porque Él nos tiene ya una misión clara y
especifica, ahora nos corresponde a nosotros tener claridad en nuestra
respuesta y esta no puede ser causa de desilusión, es así, como para dar
nuestro primer o siguiente paso, tenemos que saber que nuestras intenciones
son sinceras y de corazón, y con mucho deseo de mejoramiento y perfección. 5.4
CUANDO EL SEÑOR
LLAMA, SABE MUY BIEN A QUIEN LLAMA Jesús necesita muchos colaboradores, que estén dispuestos a
desprenderse de todo aquello que él
nos pida, la renuncia debe ser radical, y llama a muchos jóvenes a tomar una
buena decisión, Dios hace un llamado personal al hombre, y los hombres somos
libres de aceptar o no ese llamado. Tenemos que reconocer, que seguir a Jesús no es fácil, pero cuando el
Señor llama, sabe muy bien a quien llama, porque lo llama y para que lo llama, como del mismo modo sabe cuanta fuerza necesita el
que es llamado. Entonces nos hacemos una pregunta, ¿Estamos satisfecho de nosotros
mismos?, ¿estamos contento con la vida que llevamos?, ¿podemos hacer algo
mas?, ¿Qué estamos dispuesto hacer si Jesús nos pide algo? Dios tiene un plan para nosotros, y espera de nosotros. Cuando nos
acerquemos a Jesús, hagámoslo con sencillez, con actitud humilde, sin
responderle con una pregunta y sin tratar de justificarnos, para El solo
valen los resultados y la honestidad de sentimiento, las excusas, no sirven. 5.5
"HIJOS
MÍOS, ¡QUÉ DIFÍCIL ES ENTRAR EN EL REINO DE DIOS! Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
"¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!".
Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó
diciendo: "Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más
fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el
Reino de Dios". Los discípulos se asombraron aún más y se
preguntaban unos a otros: "Entonces, ¿quién podrá
salvarse?". Es bueno para nosotros hacerse esta pregunta, ¿somos capaces de
renunciar a los bienes y a la familia por seguir a Jesús? Jesús mantiene sus
radicales exigencias, pero también mantiene su promesa, pero igual vemos
hombres que ven como imposible desprenderse de sus riquezas, y también vemos
otros que tocados por la Gracia de Dios, están dispuestos al desprendimiento. Así es, como Jesús después de la triste retirada del joven rico,
aprovecha las circunstancias para dar una lección a sus discípulos y a todos
nosotros. Sabemos que no se puede servir a Dios y a las Riquezas, y el poder
hacerlo es un don más que un esfuerzo basado en una buena intención. En
efecto en el contexto de fe, de confianza puesta en Dios, se puede dejarlo
todo y seguir a Jesús. Es así, como la renuncia a los bienes y capacidad de
compartirlos con los necesitados, y tener la disposición al seguimiento de
Jesús, es un don de Dios, para el que todo es posible. No significa que los ricos no puedan salvarse, sino aquellos que ponen
su confianza en el dinero, difícilmente se salvarán. Peor es para aquellos
que lo han obtenido a través de una vida desordenada, cometiendo injusticias,
aferrados a su egoísmo, o con cualquier actitud contraria a los principios de
salvación. 5.6
“TÚ SABES QUE
NOSOTROS LO HEMOS DEJADO TODO Y TE HEMOS SEGUIDO” Pedro y sus amigos dan a Jesús una respuesta generosa y de carácter
positiva. En efecto, al oír las enseñanzas de su Maestro, sobre las riquezas,
los apóstoles que eran pobres y lo poco que tenían ya lo habían dejado para
seguir a Jesús, le hacen ver esto y le hacen una pregunta; “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo
y te hemos seguido”. Probablemente por una conexión
lógica con lo anterior — el joven que no dejó sus riquezas —, Pedro dice que
ellos lo dejaron todo por seguirle. En San Marcos falta explícitamente la
pregunta que está en san Mateo sobre el premio. “¿qué recibiremos, pues?” Sin embargo la belleza es que Pedro y sus amigos, oyeron las
condiciones que les puso Jesús, exigencia necesaria para seguirlo, pero ellos
con mucho gozo reconocieron que la han cumplido, es así como alegres han
seguido al Maestro. 5.7
RECIBIRÁ EL
CIENTO POR UNO En la respuesta de Jesús es especificando todo lo que se deje, Jesús
respondió: “Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y
padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este
mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres,
hijos y campos” Luego se añade; “en medio de las persecuciones”. No exige esto, en absoluto, una ampliación del evangelista en vista de
las persecuciones que experimentaba ya la Iglesia. Ya estaba supuesto en el
programa anunciado por Jesús, por parte del fariseísmo: si a mí me persiguieron, también a ustedes los perseguirán - san Juan
3 La recompensa del ciento por un, no debe entenderse en el sentido
terrenal, sino que en el sobre natural. En efecto, recibiremos la gracia y el
amor de Dios, que es muy superior a cualquier bien que podamos anhelar. Jesús, ha sido claro con sus respuestas, y debemos meditar sobre ella
y apreciar que la recompensa es grandiosa para nosotros, “el que a causa de mi Nombre deje, recibirá cien veces más y obtendrá
como herencia la vida eterna” Esa debe ser la causa de nuestra alegría y regocijo, seguir al Señor y
dejarnos invadir por el gozo de sentirnos sus discípulos. Dice Jesús; “y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna”. Estos premios son espirituales, como se ve
al decirse que, por dejar, “casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos, “recibirá el ciento por uno”. Es la clásica hipérbole y paradoja oriental, que hace ver, por su
misma forma, el sentido espiritual de lo que pretende decirse. Aparte que, de
no ser así, sería todo ello una contradicción, porque era dejar todo por
Jesús, para, estar más desocupado, poder seguirle sin algo que lo ate o lo
complique, y como premio aquí le venía “el ciento por uno”, de lo dejado,
que sería el céntuplo de complicaciones para no poder seguirle. 5.8
AÚN ESTAMOS A
TIEMPO PARA TOMAR NUESTRA DECISIÓN También es importante considerar que aún estamos a tiempo para tomar
nuestra decisión, es así como él nos dice en los versículos relatados más
adelante; “Muchos de los primeros serán
los últimos y los últimos serán los primeros”. Esto es no porque hayan
sido llamados antes van a merecer más que los llamados a última hora, no es
el tiempo lo que vale, sino que la generosidad de la respuesta la que nos va
acercar más a El, pero no basta solo comenzar, se debe perseverar, y no basta
decir sí, es preciso hacerlo con generosidad. Despeguemos el corazón de las riquezas terrenales, y acerquemos más
nuestro interés en Dios, y nos aseguraremos de llegar primero al Reino. Tomemos en cuenta que dejar las riquezas, es una de las condiciones
para seguir a Jesús, pero la perfección es seguirlo incondicionalmente Dice Jesús: “Para los hombres es imposible, pero no
para Dios, porque para él todo es posible”. La Santa Madre Teresa de
Jesús decía: Teresa sola, que poco puede, en cambio, Teresa con Dios lo puede
todo. Nos llena esta frase de alegría, al saber y sentirnos hijos de Dios,
ayudados por El y respaldados por Dios.
El Señor les Bendiga Pedro Sergio Antonio Donoso Brant XXVIII Domingo Ciclo B El Señor les Bendiga, Cristo Jesús, viva en nuestros
corazones Publicado en este link: PALABRA DE DIOS Está permitido copiar, la Palabra de Dios es
de todos, pero le ruego indicar la fuente y el autor. Fuentes Bibliográficas: Biblia Nácar Colunga y
Biblia de Jerusalén Algunos conceptos están tomados de los comentarios
a los Evangelios por Manuel de Tuya, O. P. Biblia Comentada, Adaptación Pedagógica: Dr.
Carlos Etchevarne, Bach. Teol. Lectura de la Lectio Divina para cada día del año,
de Giorgio Zevini y Pier Giordano Cabra (Eds.) Intimidad Divina, Fr. Gabriel de Santa M.
Magdalena ocd. |
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