JUEVES SANTO REFLEXIÓN BÍBLICA www.caminando-con-jesus.org |
"No
puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo
comprenderás" Comentario
y estudio del Evangelio, Jn 13, 1-15 Autor:
Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds El capítulo 13 del Evangelio de San Juan narra
las palabras de Jesús en el cenáculo. Aunque San Juan omite el relato de la
institución eucarística, probablemente porque a la hora de la composición de
su evangelio ya era de todos conocida, por vivida en a fractio
pañis, pone, en cambio, una serie de discursos de
Jesús de gran importancia dogmática. 1.
“PRÓLOGO”
INTRODUCTORIO A LA PASIÓN San Juan, antes de narrar la humillación de Jesús
en su pasión y muerte, antepone un pequeño “prólogo” en el que destaca la
grandeza de Jesús; cómo Él es el único consciente de todos los pasos que da;
cómo va libremente a la muerte; cómo tiene el dominio sobre todas las cosas y
cómo, por amor a Dios y a los seres humanos, “salió” de Dios y “vuelve” así,
triunfalmente por su muerte redentora, a Dios. Es característico de San Juan el anteponer estos
prólogos a determinados acontecimientos de Jesús para dar el profundo
significado de ellos. Tal es la grandeza divina, que Juan quiere destacarlo “Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que
había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a
los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin” Probablemente evocada por la Pascua y basada en
un juego de palabras, está construida la frase introductoria: “sabiendo Jesús
que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre” precisamente
“pascua” (pesah) significa tránsito o paso (Ex
12:11). Como, indudablemente, esta cena es la pascual, esta afirmación del
Evangelio al decir “Antes de la fiesta de Pascua” crea una de las
dificultades clásicas de la cronología de los evangelios, ya que resulta que
Jesús celebraría la cena pascual con sus discípulos, no en la tarde del 15 de
Nisán, la Pascua, sino el 14 de dicho mes. 2.
ÉL
HABÍA VENIDO DE DIOS Y VOLVÍA A DIOS “Durante la Cena, cuando el demonio ya había
inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo,
sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había
venido de Dios y volvía a Dios” Judas asiste a esta cena. Es decir la comida
principal, hecha preferentemente hacia la noche. Precisamente la cena pascual
comenzaba después de ponerse el sol del 14 del mes de Nisán, según el cómputo
del día judío (Mt 26:20 par.). Por eso, cuando poco después Judas sale de
allí, era de noche. Judas tiene ya tramada la entrega y está
comprometido en la pasión de Jesús. Con el cinismo del disimulo, para mejor
lograr su objetivo, asiste a esta cena pascual; San Juan dice: “el demonio ya
había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo”
Al vincular esta obra al demonio no pretende el evangelista hacer una
exclusiva referencia literaria personificada en Satán. Para San Juan, la
pasión es un terrible drama entre el reino de Satán, las fuerzas del mal, y
Jesús, con su reino de Luz. Los seres humanos son los instrumentos de ese
mundo satánico. Pero toda esta triple conjura, satánica, sanedrítica
y de Judas, contra Jesús no era oculta para El. Es lo que San Juan se
complace en destacar y anteponer a esta tremenda tragedia. “Sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en
sus manos” que es el poder conferido a su humanidad sobre todo lo creado, por
razón de su unión hipostática, ya que la frase no puede entenderse de la
divinidad: poner en sus manos todas las cosas no es darle el poder de la
divinidad, sino poder sobre todas las cosas. (San Juan 3:35; 17:2). Si todas
las cosas están en sus manos, también lo está Judas. Y si El no lo
permitiese, ni el traidor podría entregarle. El libremente (San Juan 10:18)
permite que el traidor le entregue, para así cumplir los planes del Padre.
Porque sabe que precisamente llegó su hora, la hora que tanto deseó y a la
que amoldó sus planes (San Juan 7:6; 12:23). Sabe también, como se complace en destacarlo San
Juan, el evangelista, que “que él había venido de Dios y volvía a Dios” Esta
expresión alude, no a la generación eterna, sino a que el había venido del
Padre por la encarnación y volvía, por la muerte y resurrección, al Padre,
para ser glorificado con la “gloria que tuve cerca de ti antes de que el
mundo existiese” (San Juan 17:5-24). 1.
LOS AMÓ HASTA EL
EXTREMO Además, la obra que va a realizar en esta hora es
una manifestación también de amor insospechado a los seres humanos. Su obra
de encarnación y de enseñanza fue obra de amor. Pero ahora dice el
evangelista que, “como hubiese amado a los suyos, que estaban en el mundo, al
fin los amó hasta el extremo (v.1b). Los “suyos,” contrapuestos al mundo en
este contexto, no pueden ser los judíos (San Juan 1:10:11), ni acaso sean
solamente todos los cristianos de entonces (San Juan 6:37.39). Valorados en este contexto literario del
cenáculo, se debe referir a los apóstoles (San Juan 17:6-9). En todo caso, el
evangelista no quiere decir que la obra redentora de Jesús afecte sólo a los
apóstoles: los que ahora se consideran en su “prólogo.” Poco antes se expuso
la doctrina en la que se habla de la muerte redentora de Jesús (San Juan
10:15), que abarca también a todos los que no son del redil de Israel, es
decir, los gentiles (San Juan 10:16). San Juan hace ver cómo la muerte de Jesús es una
prueba de su amor desbordado por los hombres. “Los amó hasta el extremo. La
prueba suprema de este amor extremado la da precisamente con la realización
de su pasión y su muerte. 2.
EL LAVATORIO DE
LOS PIES “Se levantó de la mesa, se sacó el manto y
tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y
empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que
tenía en la cintura” Sólo San Juan relata esta escena. Y la introduce
de una manera súbita. Dice que tiene lugar “mientras” cenaban. Jesús, para
ello, se levantó del triclinio en que estaba reclinado, y se quitó las
vestiduras. Esta palabra significa, en general, vestido, y preferentemente
manto. Luego toma una toalla, eran de lino, lo suficientemente larga que
permitía ceñirse con ella. Después echó agua en una jofaina, y comenzó a lavar
los pies a los apóstoles, y a secárselos con el lienzo con que se había
ceñido. Esta jofaina citada era la denominación ordinaria para usos
domésticos, si no es que el evangelista quiere denominar con ella la jofaina
propia para lavar los pies a los huéspedes. La toalla con que se los seca era del ajuar que allí había para el servicio. Jesús aparece así con función de esclavo. En
expresión de San Pablo, “tomó la forma de esclavo” (Flp
2:7). Los apóstoles, reclinados en los lechos del triclinio, tenían los pies,
vueltos hacia atrás, muy cerca del suelo. La ronda de humildad de Jesús va a
comenzar. Acaso ellos, presa de sorpresa, se sentaron en los lechos, en
dirección de sus pies, por donde Jesús iba. San Juan, esquematizando el relato, lo centra en
la figura de Pedro, aparte del prestigio de éste a la hora de la composición
de su evangelio, porque la escena con él fue la más destacada y la que
prestaba una oportunidad anecdótica para hacer la enseñanza que se proponía.
"¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?" Estos dos pronombres
acusan bien la actitud de Pedro. El, que había visto tantas veces la grandeza
de Jesús, no resistía ahora verle a sus pies para lavarle el sudor de los
mismos. Se negó rotundamente. Pero en aquella actitud de Pedro, aunque de vehemente
amor, había algo humano censurable. Y hacía falta que Jesús le lavase y le
enseñase algo. Pedro necesitaba someterse en todo a Jesús, lo que era
someterse al plan del Padre. 3.
"NO PUEDES
COMPRENDER AHORA LO QUE ESTOY HACIENDO” Jesús le respondió: "No puedes comprender
ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás". Esto que
Jesús exige — lavar los pies — era algo misterioso, pues su hondo sentido
sólo lo comprendería después. Como del Señor no se registra una explicación
precisa en el cenáculo, se refiere a la gran iluminación de Pentecostés, en
que el Espíritu les llevaría “hacia la verdad completa,” y con esas luces
relatan, varias veces, haber reconocido, comprendido hechos y enseñanzas de
Jesús después de esta gran iluminación. "No, le dijo Pedro. ¡Tú jamás me lavarás los
pies a mí!".Pero aquella terquedad de Pedro lleva una seria amenaza.
Jesús le respondió: "Si yo no te lavo, no podrás compartir mi
suerte". Era la “excomunión.” La frase significa o no ser de su partido
o no compartir una misma suerte. Mas “para quien ama a Jesús esta frase es
irresistible”. Pedro, con la vehemencia y extremismos de su carácter, se
ofreció a que le lavase no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.
Pero no hacía falta esto. Aquello era un rito misterioso y no necesitaban una
purificación fundamental, pues todos estaban limpios juego de palabras que
expresa a un tiempo la limpieza física y moral. Pero Jesús destaca ya la
primera denuncia velada de Judas; éste no estaba puro. “Ustedes también están
limpios, aunque no todos" 4.
USTEDES
ME LLAMAN MAESTRO Y SEÑOR, Y TIENEN RAZÓN, PORQUE LO SOY Después que Jesús terminó su ronda de limpieza,
más de almas que de pies, pues aquello era una enseñanza, dejó su aspecto de
esclavo y, tomando sus vestidos, se reclinó en el triclinio entre ellos. Veladamente les va a hablar de lo que hizo, pues
sólo lo podrán comprender después de Pentecostés. Jesús les dice “Ustedes me
llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy”. Jesús es el Maestro y
el Señor de todos. Así su lección es universal. Dice Jesús: Si yo, que soy el Señor y el Maestro,
les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.
Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes" Lo que hizo Jesús fue darnos un ejemplo de
humildad por caridad. Esto es lo que debemos practicar: la humildad por
caridad. Es lo que nos dirá muy pronto como un precepto nuevo: “que os améis
los unos a los otros.” Jesús ha de ser nuestro modelo, nuestro gran y
perfecto ejemplo, a El debemos mirar, para que nuestra vida se parezca a la
suya, esto es copiando sus sentimientos, y haciendo todo lo de El nuestro,
para ir pareciéndose a El, y así, hacer efectivo el sueño de Dios en
nosotros, que seamos hombre buenos como su hijo Jesús. El Señor les
Bendiga Pedro Sergio
Antonio Donoso Brant ocds |
PARA LA LECTIO DIVINA |
OS HE DADO UN EJEMPLO El discurso de Jesús en
la última cena fue una conversación en un clima de amistad, de confianza y, a
la vez, el último adiós, que nos da abriendo su corazón. ¡Cómo debió de
esperar Jesús esta hora! Era la hora para la cual había venido, la hora de
darse a los discípulos, a la humanidad, a la Iglesia. Las palabras del
Evangelio rebosan una energía vital que nos supera. El memorial de Jesús —el
recuerdo de su cena pascual— no se repite en el tiempo, sino que se renueva,
se nos hace presente. Lo que Jesús hizo aquel día, en aquella hora, es lo que
él todavía, aquí presente, hace para nosotros. Por eso no dudamos en
sentirnos de verdad en aquella única hora en la que Jesús se entregó a sí
mismo por todos, como don y testimonio del amor del Padre. Nosotros, por
consiguiente, debemos aprender de Jesús, que nos dice: "Os he dado
ejemplo... ". Debemos aprender de él a decir siempre "gracias"
y a celebrar la eucaristía en la vida entrando en la dinámica del amor que se
ofrece y sacrifica a sí mismo para hacer vivir al otro. El rito del lavatorio
de los pies tiene como finalidad recordarnos que el mandamiento del Señor
debe llevarse a la práctica en el día a día: servirnos mutuamente con
humildad. La caridad no es un sentimiento vago, no es una experiencia de la
que podemos esperar gratificaciones psicológicas, sino que es la voluntad de
sacrificarse a sí mismo con Cristo por los demás, sin cálculos. El amor
verdadero siempre es gratuito y siempre está disponible: se da pronta y
totalmente. |
ORACION |
Partirás solo, Señor,
sin nosotros, tus amigos, para afrontar la lucha suprema del enemigo. Partirás
solo porque no podemos seguirte antes de que hayas vencido a aquel que nos
divide. Pero nos encontrarás en lo hondo de tu soledad, y nosotros te
encontraremos en el fondo de nuestra humillación. Señor Jesús, nosotros
no sabemos cuál es la hora más dulce y pura del amor: si la que nos reúne
juntos, confiados y descansados sobre tu pecho, o la, que nos dispersa en la
noche perdidos y abatidos de tristeza. Pero si tú, desde tu lejanía de
condenado a muerte, te vuelves un momento a mirarnos, percibiremos en la luz
de tus ojos una chispa del insondable misterio que hoy nos pesa en el corazón
y que mañana contemplaremos sin velos en el rostro del Amor. Amén. |